4 / 12 / 2025
El atardecer jerezano llegó ayer con ese frío suave que anuncia la estación sin imponerse, y bajo esa quietud celebramos una de las actividades más entrañables de nuestro calendario: la lectura compartida de El carbunclo azul y una charla sobre las tradiciones de la Navidad victoriana. Fue un encuentro cálido, casi doméstico, de esos que parecen encender una luz antigua en mitad de diciembre.
Veinticinco asistentes —en su mayoría socios, acompañados de algunos invitados— llenaron el espacio con esa mezcla de curiosidad y camaradería que tanto caracteriza a nuestra Sociedad. Entre todos dimos vida al relato, siguiendo los pasos de Holmes y Watson desde la escena inicial del sombrero perdido hasta el inesperado desenlace que hace de este cuento una rareza luminosa dentro del canon. Las páginas resonaron con ese humor discreto y esas observaciones minuciosas que Conan Doyle sembró como guiños para el lector atento.
La velada estuvo acompañada por roscos caseros y copas de cream de Jerez, que perfumaron el ambiente con un aroma festivo y nostálgico, casi como si la Baker Street decimonónica se hubiese abierto un hueco en nuestra ciudad. Entre sorbo y sorbo conversamos sobre la Navidad victoriana: sus ritos, sus supersticiones, sus luces de gas, y ese espíritu de comunidad que impregnaba las calles de Londres en tiempos de Holmes.
También hubo tiempo para mirar hacia adelante. Compartimos las actividades ya cerradas, comentamos las que estamos preparando y escuchamos nuevas propuestas que aportaron los socios, siempre generosos en ideas y entusiasmo. Esa conversación abierta es, sin duda, una de las señas de identidad más valiosas de nuestra Sociedad.
Como recuerdo de la sesión, obsequiamos a los asistentes con una postal que reproducía la ilustración original de Sidney Paget para El carbunclo azul. En el reverso, una frase que nos acompañó durante la lectura:
«—El juego ha terminado, Ryder —dijo Holmes con calma —. ¡Sujétese, hombre, que se va a caer al fuego! Ayúdele a volver a la silla, Watson. No tiene sangre suficiente para meterse en delitos impunemente. Dele un poco de brandy. Eso es, ahora parece más humano.»
Un pequeño guiño al ingenio del detective y al temblor moral que recorre el relato.
Y, como siempre, la actividad fue grabada para su próximo estreno en el canal de YouTube de la Sociedad, donde seguirá disponible para quienes deseen revivirla o descubrirla por primera vez.
La tarde terminó con ese murmullo que queda tras las buenas lecturas: voces que se cruzan, ideas que despiertan y una chispa de invierno que parece invitar a seguir encontrándonos.
