El lado oscuro de la cultura victoriana

Actividad “El lado oscuro de la cultura victoriana” de la Sociedad Literaria Sherlock Holmes, celebrada en El Laberinto con motivo de Halloween.

31 – 10 – 2025

La tarde del 30 de octubre, la librería El Laberinto se transformó en un escenario digno de los más turbios callejones londinenses. Allí celebramos nuestra actividad de Halloween: El lado oscuro de la cultura victoriana, una inmersión literaria y simbólica en esa época donde la niebla y el pensamiento convivían con la razón científica y el miedo a lo desconocido.

Bajo la guía de Adrián Otero y Margarita Lozano, los veinticinco asistentes emprendieron un viaje entre las sombras y las luces del siglo XIX. La velada tomó como hilo conductor Jack el destripador y otros monstruos, la obra del escritor Antonio Ballestero, quien quiso acompañarnos con un vídeo de presentación en el que saludó a la Sociedad y explicó el origen de su inquietante proyecto.

El recorrido se organizó en torno a los capítulos del libro, que sirvieron de puertas de entrada a los diferentes temores, obsesiones y fascinaciones de la era victoriana. Hablamos de los monstruos literarios —los nacidos de la imaginación de Shelley, Stevenson o Stoker—, y de cómo con Jack el Destripador el monstruo se hizo carne, encarnando en la realidad el reverso oscuro de una sociedad que, bajo su barniz de moralidad y progreso, escondía profundas grietas sociales y psicológicas.

Entre los temas que emergieron a lo largo de la conversación, destacó el papel de las mujeres pioneras del terror, auténticas creadoras del género antes de que la posteridad lo convirtiera en terreno masculino. Se evocó el Londres de los barrios bajos, la dualidad entre civilización y barbarie, el miedo como reflejo de las tensiones morales de su tiempo, y la fascinación estética por lo macabro, tan característica de la cultura victoriana.

La atmósfera íntima de El Laberinto —con sus luces tamizadas y su aire de gabinete de curiosidades— ayudó a que la sesión se convirtiera en una experiencia inmersiva, entre la tertulia, la lectura dramatizada y la reflexión histórica. Los asistentes participaron con entusiasmo, entre comentarios, preguntas y silencios cargados de sugerencia, como si por un momento el eco de Whitechapel se hubiera colado por las rendijas del local.

Más allá del misterio y la anécdota, la actividad nos permitió reflexionar sobre la persistencia del miedo como expresión cultural, sobre cómo los monstruos literarios del XIX siguen hablándonos hoy con una vigencia sorprendente.

El lado oscuro de la cultura victoriana no fue solo un homenaje al terror decimonónico, sino también una celebración del conocimiento compartido, del diálogo entre historia y literatura, y del poder que tiene el arte para iluminar, incluso en las sombras.